El modelo económico y de
producción de Roma y de todo su Imperio se sostenía gracias a su sistema
esclavista. Esclavos de los confines de
la tierra eran llevados a sus dominios bien como rehenes de guerra bien como mercancía
humana proporcionada por los piratas. La mayoría no eran considerados hombres
sino meros animales o simple herramienta de trabajo.
En la primavera o verano del año
73 a. C. unos 200 gladiadores se fugaron de la escuela de Léntulo Batiato en
Capua, Campania. Las escuelas de gladiadores se situaban fuera de Roma, por
seguridad, pues la fuerza física y las habilidades de los gladiadores resultaba
una amenaza para las fuerzas del orden.
Sus armas eran armas
improvisadas: herramientas, utensilios de cocina y las propias armas de la
escuela.
El líder de esos esclavos se
llamaba Espartaco, de quien apenas se sabe nada. Sabemos que era de Tracia, al
norte de Grecia, que había servido en las tropas auxiliares de Roma como
mercenario y que al intentar desertar del ejército fue hecho prisionero y
esclavo, destinado para el oficio de gladiador, para sucumbir en la arena
peleando por su vida, y entreteniendo a
la multitud. También sabemos que era un hombre de gran humanidad, generoso,
inteligente y culto; buen estratega y dotado de gran fuerza física.
Kirk Douglas interpretó magistralmente al noble gladiador, Espartco |
De todos los rebeldes solo
lograron escapar cincuenta, que buscan refugio en las faldas del Vesubio.
Envían a 3000 hombres a sofocar la revuelta poniendo sitio al monte, para que
tuvieran que rendirse por el hambre. Sin embargo, los romanos no contaban con
la astucia y capacidades estratégicas de Espartaco. Con las vides trenzadas de los viñedos de la zona hacen maromas y
bajan por la zona más escarpada descolgándose de ellas, sorprendiendo por la
retaguardia a los hombres del general Clodio. De esta manera ganan el primer
enfrentamiento con los romanos.
Después de esta victoria y otros
éxitos más, se le fueron sumando cada vez más esclavos, muchos de ellos
animados porque Espartaco repartía el botín a partes iguales.
Había otros dos líderes de origen
celta, Criso y Enómao, que encabezaban la rebelión pero sin compartir los
mismos ideales que Espartaco.
En el avance por ciudades, pueblos y aldeas se cometieron
atrocidades de todo tipo tanto por parte de los esclavistas como por parte de
los esclavos. Espartaco trató de impedir la cruel desmesura imponiéndoles una férrea disciplina e inculcándoles los
nobles valores de la revolución; esto último fue imposible pues se le había
unido una caterva de hombres descontentos y resentidos con el sistema: pobres,
empobrecidos, mendigos, delincuentes, etc, cuyo objetivo era el saqueo y el
enriquecimiento.
En el verano del 72 a. C. ya
había reunido un ejército de 60000 hombres, había derrotado a varios generales
romanos y a varias legiones. Su objetivo era sacar a los esclavos de Italia por
el norte, a través de los Alpes, para conseguir la libertad e ir hacia sus
casas. Espartaco bien sabía que aunque estaba consiguiendo victorias ante los
romanos, llegaría un momento en que los aplastarían, y los condenarían a
muerte, pues era imposible vencer a Roma.
Es imposible saber cuál era el
verdadero objetivo, pues la idea de que los esclavos se rebelaran contra un
sistema que se consideraba natural o que intentaran conseguir mejores
condiciones de trabajo y más derechos, o incluso abolir la esclavitud era más
que imposible pues la esclavitud era una institución asentada y enraizada al
sistema.
Ya cerca de Los Alpes, con un
ejército de 120.000 hombres, hubo una secesión pues una gran multitud secundada
por Criso, no querían abandonar Italia sino seguir saqueándola, enriquecerse, quitarles
las tierras a los amos y llegar a vivir como los romanos. Espartaco,
incomprensiblemente cambió de plan, por convencimiento, obligado por la falta
de víveres o por generosidad, al
renunciar a su libertad por no dejar sin líder a sus hombres.
Retrocedió al Sur atacando
ciudades y consiguiendo victorias; pasó al lado de Roma sin atreverse a entrar,
reconociendo que era imposible la conquista.
Ante tal amenaza que tenía totalmente
desconcertado a los romanos, Marco Licinio Craso, un hombre perteneciente a la
Nobleza, rico, terrateniente y dueño de cientos de esclavos, se ofreció a ir
contra Espartaco “para salvar la República” aunque en realidad buscaba gloria y
poder. Se le concedieron poderes excepcionales, seis nuevas legiones más las
cuatro legiones de los dos cónsules derrotados, aproximadamente 50.000 hombres.
Craso acorraló a los esclavos al
sur de Italia, pero estos lograron romper la línea de combate y huir hacia el
norte.
Craso, desesperado, pide ayuda al
Senado porque sus legiones estaban desmoralizadas. Entonces el Senado envía a
Pompeyo y a Lúculo con sus legiones para aplastar definitivamente a los
rebeldes.
En la primavera del 71 en Apulia
los esclavos se enfrentan en la última batalla a vida o muerte contra las
legiones de Craso. La derrota fue contundente. Murieron combatiendo más de
60.000 rebeldes, entre ellos Espartaco, cuyo cadáver no fue localizado, quizás
por haber quedado desfigurado por las heridas. Solo cayeron 1000 soldados
romanos. 6.000 esclavos fueron cogidos vivos y crucificados a lo largo de la
Via Apia, por el camino que iba de Capua a Roma, un recorrido de ciento sesenta
kilómetros.
Una tropa de 5.000 rebeldes logró
escapar hacia el Norte pero se encontró con Pompeyo quien los aniquiló.
Craso se autoproclamó el salvador
de La República pero fue ensombrecido por Pompeyo, quien se apresuró en decir que
él había sido el que había acabado por completo con esta rebelión.
¿POR QUÉ FRACASÓ LA REVOLUCIÓN DE ESPARTACO?
Es muy difícil saber qué ocurrió
exactamente a las puertas de la libertad, muy cerca de Los Alpes. Sabemos que
Espartaco mantuvo durante dos años, un tiempo demasiado largo, en vilo a los
romanos; logró formar un ejército disciplinado y valiente. En dos años derrotó
nueve veces a las legiones romanas, desmoralizó a sus hombres y humilló a seis
generales.
Quizás Espartaco luchaba por un
noble ideal, la libertad, un concepto que ni esclavos ni romanos podía
entender. Sus hombres luchaban por conseguir su puesto en la sociedad romana,
por un estado de bienestar e incluso para llegar ellos mismos a ser amos.
En este sentido se ha pretendido
ver a Espartaco como un héroe trágico, que lucha por su ideología frente a todo
un sistema. Luchaba por un mundo mejor,
donde la esclavitud no tuviera cabida.
Durante los años anteriores, que habían sido años convulsos de enfrentamientos políticos, revueltas y movimientos
sociales, los esclavos fueron utilizados para hacer presión desde diversos
frentes.
Esta manipulación les sirvió de
aprendizaje y se percataron de que podían constituir una clase dominante, hacer
mucho daño a Roma y conseguir la libertad. Pero les faltó una verdadera
conciencia de clase y unos objetivos claros.
Si bien la rebelión de Espartaco
no triunfó, hizo que se tambalearan los pilares del sistema económico de Roma y
fue el germen de la crisis agrícola de los años posteriores. Cambiaron también
algunas condiciones laborales para los esclavos, de manera que muchos fueron
manumitidos y a otros muchos se les permitió el arrendamiento de las tierras.
BIBLIOGRAFÍA
Historia de Roma, Serguei Ivanovich Kovaliov
Una de romanos, un paseo por las
nubes, Carlos Goñi
SPQR, Una historia de la antigua
Roma, Mary Beard
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