lunes, 23 de mayo de 2016

El oráculo de Delfos

ORÁCULO DE DELFOS








ORÁCULO DE DELFOS


Un oráculo es la respuesta divina a cuestiones planteadas por los hombres. Responde a la necesidad del ser humano de encontrar respuestas y de sentirse amparado en la toma de decisiones.
En la Antigua Grecia el oráculo más consultado era el Oráculo de Delfos, lugar que se identificaba con Apolo. En Delfos se encontraba el santuario más importante de Grecia. Se consideraba el ombligo de la tierra(omphalos), pues según la leyenda, Zeus soltó dos águilas desde dos puntos diferentes de la tierra y se encontraron en Delfos.
 Estaba en la falda del monte Parnaso, monte  habitado por las Musas. Apolo era el dios del arte profético, protector de las artes y líder de las Musas.
El santuario existía mucho antes de que llegara el dios Apolo; era una tierra guardada por dos serpiestes: Pitón y Delfine, animales muy vinculados a la tierra, que representan una civilización de clara tendencia matriarcal y pacífica. Apolo venció a las serpientes, pero el elemento femenino, vinculado al lugar, pervivió y la presencia de una mujer, Pitia, resultó inevitable
Pitia representa la inspiración profética, la intermediación entre el dios Apolo y el mortal. No se trata ni de una sacerdotisa ni de una intérprete.
La inspiración procedía de un factor externo: un "pneuma", un vapor que salía de la tierra, mucho antes de que se estableciese allí el oráculo. Se ha descubierto que en Delfos había un "khasma ges" (grieta en la tierra) que emanaba ese vapor con efectos inexplicables para las gentes.Las personas que inhalaban aquello proferían voces incomprensibles pero también se creía que predecían el futuro.
Hay testimonios en literatura de consultas al oráculo, como en “Edipo Rey” donde el oráculo le predice a Layo que su descendiente lo matará y se casará con su madre. A pesar de intentar evitarlo no pueden escapar de su destino.
También hay casos históricos de monarcas, políticos y filósofos que consultaron el oráculo.
Sócrates intenta descubrir por qué el oráculo le dice que es el hombre más sabio de Grecia. Acude a casa de poetas, políticos, filósofos, artesanos... a comprobarlo y enseguida comprendió la respuesta del dios: él era el más sabio porque sabía una cosa, que no sabía nada, mientras que los demás creían saber no sabiéndolo.


Hacia este santuario había una línea de peregrinaje de toda Grecia. Allí acudían comisiones oficiales a consultar temas políticos, bélicos o de Estado. Y al abrigo de estas comitivas iban consultantes privados para evitar el pillaje y a los asaltantes que se encontraban por el camino, pues las delegaciones gozaban de inviolabilidad al considerarse sagradas, se llamaban “Theoria” (búsqueda de la verdad). Los particulares consultaban por sus negocios, futuros matrimonios, hijos, etc.
La mayoría de las veces no buscaban respuestas sino la seguridad de que la decisión tomada por ellos era la correcta. O sea, buscaban ratificar una decisión.
Al llegar al recinto los recibía el embajador de su polis, pues cada una tenía asignado uno.
Las consultas se pagaban con un sacrificio cuyo animal se compraba en Delfos.
Cuando ya se habían formalizado los trámites, el consultante acudía al recinto donde estaba la pitia, mujer que hablaba en nombre de Apolo.




Después de formularle la cuestión, la Pitia bajaba a una gruta, coronada con laurel y dispuesta a entrar en éxtasis. Masticaba laurel y bebía agua de la fuente de Casotis; se sentaba e un trípode y entraba en trance. Las palabras que pronunciaba eran totalmente ininteligibles pues se creía que era el dios quien hablaba para que los sacerdotes lo interpretaban. Estos siempre sabían qué responder en beneficio siempre de la polis y de los ciudadanos. Y en ocasiones hasta se les obligó a cambiar la respuesta pues no había convencido a los dirigentes del Estado.
En la guerra contra los persas, el dios aconsejó a los griegos no entrar en combate, pero los griegos desoyeron el oráculo, combatieron y vencieron.
Otras veces daban respuestas ambiguas para no poner en evidencia al dios y los hombres creían oir lo que deseaban hacer.
Creso, rey de Asia Menor, quiso saber la respuesta del dios si se decidía a ataca a Persia. El oráculo predijo que un gran imperio desaparecería, Creso pensó que sería el imperio persa, sin embargo fue el suyo propio.


Bibliografía
El rayo y la espada, Bernardo Souviron. Alianza editorial