lunes, 29 de mayo de 2017
Espartaco
El modelo económico y de
producción de Roma y de todo su Imperio se sostenía gracias a su sistema
esclavista. Esclavos de los confines de
la tierra eran llevados a sus dominios bien como rehenes de guerra bien como mercancía
humana proporcionada por los piratas. La mayoría no eran considerados hombres
sino meros animales o simple herramienta de trabajo.
En la primavera o verano del año
73 a. C. unos 200 gladiadores se fugaron de la escuela de Léntulo Batiato en
Capua, Campania. Las escuelas de gladiadores se situaban fuera de Roma, por
seguridad, pues la fuerza física y las habilidades de los gladiadores resultaba
una amenaza para las fuerzas del orden.
Sus armas eran armas
improvisadas: herramientas, utensilios de cocina y las propias armas de la
escuela.
El líder de esos esclavos se
llamaba Espartaco, de quien apenas se sabe nada. Sabemos que era de Tracia, al
norte de Grecia, que había servido en las tropas auxiliares de Roma como
mercenario y que al intentar desertar del ejército fue hecho prisionero y
esclavo, destinado para el oficio de gladiador, para sucumbir en la arena
peleando por su vida, y entreteniendo a
la multitud. También sabemos que era un hombre de gran humanidad, generoso,
inteligente y culto; buen estratega y dotado de gran fuerza física.
Kirk Douglas interpretó magistralmente al noble gladiador, Espartco |
De todos los rebeldes solo
lograron escapar cincuenta, que buscan refugio en las faldas del Vesubio.
Envían a 3000 hombres a sofocar la revuelta poniendo sitio al monte, para que
tuvieran que rendirse por el hambre. Sin embargo, los romanos no contaban con
la astucia y capacidades estratégicas de Espartaco. Con las vides trenzadas de los viñedos de la zona hacen maromas y
bajan por la zona más escarpada descolgándose de ellas, sorprendiendo por la
retaguardia a los hombres del general Clodio. De esta manera ganan el primer
enfrentamiento con los romanos.
Después de esta victoria y otros
éxitos más, se le fueron sumando cada vez más esclavos, muchos de ellos
animados porque Espartaco repartía el botín a partes iguales.
Había otros dos líderes de origen
celta, Criso y Enómao, que encabezaban la rebelión pero sin compartir los
mismos ideales que Espartaco.
En el avance por ciudades, pueblos y aldeas se cometieron
atrocidades de todo tipo tanto por parte de los esclavistas como por parte de
los esclavos. Espartaco trató de impedir la cruel desmesura imponiéndoles una férrea disciplina e inculcándoles los
nobles valores de la revolución; esto último fue imposible pues se le había
unido una caterva de hombres descontentos y resentidos con el sistema: pobres,
empobrecidos, mendigos, delincuentes, etc, cuyo objetivo era el saqueo y el
enriquecimiento.
En el verano del 72 a. C. ya
había reunido un ejército de 60000 hombres, había derrotado a varios generales
romanos y a varias legiones. Su objetivo era sacar a los esclavos de Italia por
el norte, a través de los Alpes, para conseguir la libertad e ir hacia sus
casas. Espartaco bien sabía que aunque estaba consiguiendo victorias ante los
romanos, llegaría un momento en que los aplastarían, y los condenarían a
muerte, pues era imposible vencer a Roma.
Es imposible saber cuál era el
verdadero objetivo, pues la idea de que los esclavos se rebelaran contra un
sistema que se consideraba natural o que intentaran conseguir mejores
condiciones de trabajo y más derechos, o incluso abolir la esclavitud era más
que imposible pues la esclavitud era una institución asentada y enraizada al
sistema.
Ya cerca de Los Alpes, con un
ejército de 120.000 hombres, hubo una secesión pues una gran multitud secundada
por Criso, no querían abandonar Italia sino seguir saqueándola, enriquecerse, quitarles
las tierras a los amos y llegar a vivir como los romanos. Espartaco,
incomprensiblemente cambió de plan, por convencimiento, obligado por la falta
de víveres o por generosidad, al
renunciar a su libertad por no dejar sin líder a sus hombres.
Retrocedió al Sur atacando
ciudades y consiguiendo victorias; pasó al lado de Roma sin atreverse a entrar,
reconociendo que era imposible la conquista.
Ante tal amenaza que tenía totalmente
desconcertado a los romanos, Marco Licinio Craso, un hombre perteneciente a la
Nobleza, rico, terrateniente y dueño de cientos de esclavos, se ofreció a ir
contra Espartaco “para salvar la República” aunque en realidad buscaba gloria y
poder. Se le concedieron poderes excepcionales, seis nuevas legiones más las
cuatro legiones de los dos cónsules derrotados, aproximadamente 50.000 hombres.
Craso acorraló a los esclavos al
sur de Italia, pero estos lograron romper la línea de combate y huir hacia el
norte.
Craso, desesperado, pide ayuda al
Senado porque sus legiones estaban desmoralizadas. Entonces el Senado envía a
Pompeyo y a Lúculo con sus legiones para aplastar definitivamente a los
rebeldes.
En la primavera del 71 en Apulia
los esclavos se enfrentan en la última batalla a vida o muerte contra las
legiones de Craso. La derrota fue contundente. Murieron combatiendo más de
60.000 rebeldes, entre ellos Espartaco, cuyo cadáver no fue localizado, quizás
por haber quedado desfigurado por las heridas. Solo cayeron 1000 soldados
romanos. 6.000 esclavos fueron cogidos vivos y crucificados a lo largo de la
Via Apia, por el camino que iba de Capua a Roma, un recorrido de ciento sesenta
kilómetros.
Una tropa de 5.000 rebeldes logró
escapar hacia el Norte pero se encontró con Pompeyo quien los aniquiló.
Craso se autoproclamó el salvador
de La República pero fue ensombrecido por Pompeyo, quien se apresuró en decir que
él había sido el que había acabado por completo con esta rebelión.
¿POR QUÉ FRACASÓ LA REVOLUCIÓN DE ESPARTACO?
Es muy difícil saber qué ocurrió
exactamente a las puertas de la libertad, muy cerca de Los Alpes. Sabemos que
Espartaco mantuvo durante dos años, un tiempo demasiado largo, en vilo a los
romanos; logró formar un ejército disciplinado y valiente. En dos años derrotó
nueve veces a las legiones romanas, desmoralizó a sus hombres y humilló a seis
generales.
Quizás Espartaco luchaba por un
noble ideal, la libertad, un concepto que ni esclavos ni romanos podía
entender. Sus hombres luchaban por conseguir su puesto en la sociedad romana,
por un estado de bienestar e incluso para llegar ellos mismos a ser amos.
En este sentido se ha pretendido
ver a Espartaco como un héroe trágico, que lucha por su ideología frente a todo
un sistema. Luchaba por un mundo mejor,
donde la esclavitud no tuviera cabida.
Durante los años anteriores, que habían sido años convulsos de enfrentamientos políticos, revueltas y movimientos
sociales, los esclavos fueron utilizados para hacer presión desde diversos
frentes.
Esta manipulación les sirvió de
aprendizaje y se percataron de que podían constituir una clase dominante, hacer
mucho daño a Roma y conseguir la libertad. Pero les faltó una verdadera
conciencia de clase y unos objetivos claros.
Si bien la rebelión de Espartaco
no triunfó, hizo que se tambalearan los pilares del sistema económico de Roma y
fue el germen de la crisis agrícola de los años posteriores. Cambiaron también
algunas condiciones laborales para los esclavos, de manera que muchos fueron
manumitidos y a otros muchos se les permitió el arrendamiento de las tierras.
BIBLIOGRAFÍA
Historia de Roma, Serguei Ivanovich Kovaliov
Una de romanos, un paseo por las
nubes, Carlos Goñi
SPQR, Una historia de la antigua
Roma, Mary Beard
miércoles, 17 de mayo de 2017
El sistema esclavista de Roma
LA ESCLAVITUD
La esclavitud en Roma constituyó
una verdadera institución; se puede considerar el verdadero motor de la
economía romana; sin embargo, los esclavos eran seres anodinos e
insignificantes, cuando menos. Dos nombres propios adquirieron algo de relevancia
en la historia: Espartaco, porque fue protagonista de la rebelión de esclavos mejor organizada
en Roma, y Tirón, esclavo de Cicerón, porque ideó un sistema de escritura
parecido a la taquigrafía.
La esclavitud se consideraba
normal y natural no solo en Roma sino en otras muchas civilizaciones como
Grecia, cuna de la filosofía y de la democracia. Incluso los filósofos hablan
de la esclavitud con total normalidad: “el ser humano que no se posee a sí
mismo sino que pertenece a otro, es por naturaleza un esclavo”.
Nunca nadie durante siglos
propuso ser abolida hasta la caída del imperio romano, si bien es verdad que el
Cristianismo humanizó en gran medida las condiciones del esclavo.
Sin embargo, según los analistas,
ni Grecia ni Roma se pueden considerar sociedades esclavistas puesto que el
número de esclavos nunca llegó a superar el de ciudadanos, como sucedió en los
estados sureños de América: en Roma formarían el 20% de la población y en
Grecia, el 35 %.
SITUACIÓN SOCIAL
Antes de la república el esclavo
era considerado poco menos que un animal, se incluía entre los bienes inmuebles
o parte de la infraestructura de una granja: esclavos, ganado y herramienta.
Con la expansión del Imperio y el
sometimiento de los pueblos llegaron hordas de esclavos a Roma que se
convirtieron en mano de obra barata y abundante; no había familia romana con un
nivel adquisitivo moderado que no tuviera en su propiedad al menos un esclavo.
Familias adineradas podían llegar a tener en su familia hasta cien, como nos
atestiguan algunos textos.
En esta época del imperialismo
tienen más derechos y una vida más digna, pues llegan a formar parte de la
familia, bajo la protección del “pater familias” quien tenía a su cargo a las
mujeres, a los “liberi”(hijos, hombres libres) y “servi” (esclavos).
Aunque el esclavo gozara de
dignidad y prestigio por su quehacer y cultura, no tenía apenas derechos, no
podía gozar de la ciudadanía, no podía votar, no podía poseer propiedades, ni
firmar contratos, ni contraer matrimonio.
CONDICIONES DE VIDA
Todos los esclavos compartían
esta condición, que eran una propiedad humana, pertenecían a un amo y por
tanto, carecían de derechos.
Las condiciones de vida de unos y
otros eran dispares pues dependían del grado de humanidad de sus amos.
Algunos sufrían verdaderas
penurias, vivían hacinados en pocilgas y cuadras. Los que trabajaban en fincas
agrícolas subsistían en total cautiverio; se les castigaba y azotaba, de hecho, este era un método de
imponer la disciplina a aquellos pobres hombres.
Otros, en cambio, vivían una vida
de lijo, envidiable para cualquier ciudadano libre de clase media. Su trato
dependía en gran medida de su cualificación y de su nivel cultural.
Los esclavos que vivían una vida
más o menos cómoda eran los siguientes:
·
Chicos de recados
·
Secretarios
·
Lectores
·
Médicos
·
Gramáticos
·
Maestros
·
Cocineros
·
Sirvientes
·
Contables
·
Secretarios
·
Bailarines
·
Músicos
Los que trabajaban en el campo y
en la construcción eran los que llevaban la peor parte.
En cualquier caso, el poder del
amo sobre el esclavo era absoluto, podía castigarlo, torturarlo, asesinarlo y
abandonarlo, como ocurría a menudo al llegar a la vejez, por no ser productivo.
Los esclavos bien atendidos y
queridos mostraban una gran fidelidad hacia sus amos, salvándoles la vida,
escondiéndolos en situaciones peligrosa e incluso acompañándolos al exilio.
PROCEDENCIA
Los esclavos procedían de
diversos lugares:
·
Los hombres libres podían convertirse en
esclavos si perdían todos sus bienes.
·
Los niños repudiados y expuestos a menudo eran
recogidos y criados para convertirlos en esclavos.
·
Cautivos de piratas que eran vendidos en los
mercados del imperio.
·
El mayor número de esclavos eran los prisioneros
de guerra; con la expansión del imperio esta mercancía aumentó notablemente y
su valor en el mercado disminuyó, por lo que cualquier familia medianamente
pudiente podía permitirse tener al menos un esclavo.
Los esclavos eran vendidos o
subastados como simple mercancía. El precio variaba en función de su sexo, su
cualificación, su aspecto físico o sus conocimientos. El precio bajaba cuando
llegaban al mercado hordas de prisioneros.
A partir del S. I d. C. Roma
disminuye sus guerras de conquista, por lo que llegan menos prisioneros al
Imperio. Es menester, entonces, crear una cantera de esclavos en la familia;
para ello facilitan a las esclavas la maternidad.
ESPADA DE DAMOCLES
La esclavitud era el pilar
fundamental del sistema económico de Roma, sin embargo , el hecho de que
hubiera tantos esclavos constituía una verdadera amenaza para la sociedad
romana, una espada de Damocles, que debían vigilar y controlar por temor a
posibles conspiraciones y revueltas. Había un dicho: “todos los esclavos son
enemigos”.
Durante el reinado de Nerón
surgió la propuesta de que los esclavos llevaran uniforme, pero esa idea fue de
inmediato desechada ante el temor de que se identificaran por la vestimenta y
se percataran del gran número que eran y
de la fuerza que podrían conseguir.
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