miércoles, 5 de abril de 2017

La pasión de Cristo






La pasión de Cristo es un hecho vinculado a la historia de Roma. Cneo Pompeyo Magno tras hacerse con el control del Ponto en el año 63 a. C. se dirigió  a Judea, donde encontró problemas dinásticos a los que les sacó provecho. Entró en Jerusalén profanando el templo y convirtió Judea en un protectorado. Judea comienza a estar bajo la autoridad romana con los problemas dinásticos sin resolver.
Bajo el mandato de Augusto, Judea se convirtió en provincia romana y es en este período cuando tiene lugar el nacimiento de Cristo.

Imperio romano en tiempos de Cristo


Además del rey había un gobernador o prefecto romano que tenía poderes militares y civiles.
Entre todos los prefectos hay que destacar a Poncio Pilato, 5º prefecto de Judea, designado por el sucesor de Augusto, Tiberio, desde el año 26 al 36 d. C. Los historiadores lo definen como una persona cruel y abusiva y muy fiel cumplidor de la ley romana.
Jesús, que había comenzado a predicar por Galilea con un mensaje que tocaba de lleno a las leyes establecidas con conceptos éticos de humildad, caridad, amor fraterno, igualdad, etc. revoluciona el Pensamiento y origina un gran movimiento de seguidores. Es odiado por los sacerdotes y altos mandatarios judíos quienes lo denuncian al Sanedrín, que es La Corte Suprema de los judíos, formado por un consejo de ancianos, sacerdotes, aristócratas laicos.



Como este Órgano no podía dictar sentencia de muerte porque al estar bajo jurisdicción romana no tenían “potestas gladii”, lo llevaron ante Pontius Pilatus y éste, tras declararlo inocente en varias ocasiones acabó cediéndolo al pueblo coaccionado  por la presión del Sanedrín y de la muchedumbre enloquecida que pedía su cabeza.
Lo condenó a la pena capital con la crucifixión que era la pena más denigrante que se practicaba, reservada a los criminales más terribles porque era muy dolorosa.
A los condenados se les colocaba un cartel llamado “tiulus” con el nombre del condenado y el delito cometido. A Jesús le ponen con ironía y burla “INRI” (Iesus Nazarenus rex Iudaeorum), que es de lo que lo acusaban, de autoproclamarse “rey de los judíos”.


Después de ser juzgado, flagelado,  coronado con espinas, con una vara en la mano, semidesnudo, cubierto con una túnica purpura que le habían puesto para mofarse de Él, Pilatos lo entrega para que lo crucifiquen y les dice: “ECCE HOMO, he aquí el hombre, tomadlo, yo no hallo delito ninguno en él, y se lava las manos diciendo: yo soy inocente de esta sangre, vosotros veréis.


PARA MÁS INRI : para más vergüenza o escarnio, burla o desgracia
Estar hecho un “ECCE HOMO”: estar deteriorado físicamente

LAVARSE LAS MANOS: desentenderse de una situación comprometida.

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