En el año
509 a.C. con la expulsión del último rey, Tarquinio el Soberbio, desapareció el
sistema monárquico y se instauró la República, y el gobierno de Roma comenzó a
describirse con la sigla SPQR (Senatus Populusque Romanus), pues el Senado y
los Comicios son los que asumen la dirección efectiva del Estado Romano,
quedando el poder monárquico dividido entre dos cónsules, elegidos por un año.
Se tomaron numerosas precauciones para evitar la restauración de un poder
personal: los Comicios eligen cada año a los Magistrados, los Cónsules, los más
altos magistrados, gobiernan durante un año bajo la tutela del Senado.
El Senado
estaba formado por las familias más poderosas, eran ancianos y su nombramiento
era vitalicio
Los
Magistrados son los que se reparten las tareas del gobierno; para llegar al más
alto grado había que realizar el “cursum honorum”, desde el cargo inferior:
tribuno de la plebe-edil curul- cuestor-censor-pretor.
Los Comicios
son las asambleas populares que representan al pueblo e incluyen a todos los
ciudadanos. Es la soberanía directa del pueblo, aunque con preponderancia de
los patricios.
Hay tres
clases de comicios: curiales, tribales y centuriales.
Los comicios
se celebran en días hábiles, llamados “fasti”, venían marcados con una C en el
calendario. Los días fastos estaban dedicados a las actividades de carácter
jurídico, legislativo, comicios, negocios públicos.
Los días
nefastos eran los días consagrados a los dioses y solo se permitía la actividad
religiosa, por lo que muchos ciudadanos los consideraban inútiles pues no se
podía avanzar en tareas urgentes, de ahí que tomara el significado peyorativo
como algo malo.
Se
celebraban en el Campo de Marte, por su primitivo carácter militar (allí
acampaban los ejércitos antes de entrar victoriosos a la ciudad)
Antes de
iniciar la asamblea se celebraban los augurios. Un presagio fatal prorrogaba la
asamblea “alio die”, esto era a veces manipulado por algunos patricios para
descartar propuestas peligrosas y dar más tiempo.
Los Comicios
electorales se celebraban anualmente pues había cargos anuales; y eran los
comicios más sencillos.
Los que
aspiraban a una magistratura realizaban una campaña electoral, que comenzaba
haciendo una declaración pública en el foro, se inscribían en las listas de
candidatos y disponían de 27 días para realizar dicha campaña.
Los
candidatos vestían una toga blanca (“candida”), de ahí “candidatus”, vestido de
blanco, pues simbolizaba la honradez.
Los
candidatos debían poseer una gran fortuna pues debían costear su propia
campaña, y el desempeño de su cargo, pues el cargo era un servicio a la
República (asunto público).
A menudo
costeaban la construcción y reparación de infraestructuras públicas y también
era habitual que pagaran espectáculos o que subvencionaran a gente con
necesidades económicas.
La campaña
electoral se llamaba “ambitus”, del verbo “ambio” que significa “rondar a
alguien pidiendo algo”. “Ambitus” derivó con matiz despectivo en “ambición”
pues muchas veces la campaña se tiñó de corrupción.
Las
elecciones en un principio eran orales, pero luego pasaron a ser escritas y
secretas. Los ciudadanos, situados por grupos, desfilan a votar de uno en uno,
sobre una especie de puente “pons suffragiorum”, delante de la urna.
La papeleta
de voto es una tablilla de madera que lleva las letras VR(uti rogas=sí), y
A(antiquo=No)