martes, 12 de abril de 2016

Apolo y Dafne

APOLO Y DAFNE

Apolo persiguiendo a Dafne. Albani





Apolo es hijo de Zeus y de Leto. Hera, la esposa de Zeus persiguió por todas las tierras a Leto para que no pudiera dar a luz a los hijos de su esposo, Artemis y Apolo; con Ártemis y Apolo en sus entrañas vagó por la tierra sin encontrar a nadie que le diera posada por temor a la ira de Hera. Acuciada por el inminente parto llegó a una isla estéril y pelada, llamada Ortigia.  Asteria le dio cobijo y la ayudó en el parto, y allí nació Apolo quien convirtió este lugar en el centro del mundo griego. Le dio el nombre de Delos, que significa “la brillante”.
Se representa a Apolo como un dios muy hermoso, alto, con el pelo lleno de bucles negros y azulados. Tuvo numerosos amoríos, pero no siempre fue correspondido. Cuando se sentía traicionado era vengativo y cruel. A Casandra, hija de Hécuba y Príamo, reyes de Troya, le concedió el don de la profecía, pero como ella no cumplió lo que le había prometido, tener relaciones con él, no le anuló el don, sino que le dio la maldición de no ser creída. Así, cuando predijo la destrucción de Troya nadie la creyó.
Quizás el amor más doloroso para él fue el que sintió por Dafne. Amó locamente a la ninfa Dafne, inspirado por el alocado y malévolo Eros, de quien Apolo siempre se mofaba por el manejo del arco. Un día mientras Apolo cazaba en el bosque descubrió a la ninfa Dafne, Eros encontró la oportunidad para vengarse de Apolo; lanzó dos flechas, con una de oro hirió de un intenso amor a Apolo, amor por la ninfa que acababa de descubrir y a Dafne le lanzó una de plomo que le inspiraba repugnancia y rechazo por Apolo.
Apolo perseguía a Dafne como un poseso sin conseguir nada, hasta que un día a punto de darle alcance, Dafne atemorizada le pide ayuda a su padre, dios del río Peneo. Éste para proteger a su hija en el acto, la convierte en laurel. Aun así, la estrechó entre sus brazos mientras sus piernas se convertían en raíces, sus brazos en ramas y sus cabellos en hoja. Mientras más lloraba Apolo, más hacía crecer con sus lágrimas el árbol.
Le prometió que ya que no podía amarla como mujer la amaría como árbol hasta la eternidad y que sus ramas servirían para adornar las cabezas de héroes, atletas, poetas y cantores. Apolo se ocupó de que siempre sus hojas estuvieran verdes.
Este mito lo recoge Ovidio en “Las Metamorfosis” y ha inspirado a escultores, pintores y poetas de todos los tiempos.
Quizás la obra que mejor transmite el patetismo de la metamorfosis sea la escultura de Gian Lorenzo Bernini, esculpida en mármol entre los años 1622 y 1625. Se halla en la Galería Borghese de Roma.
Francesco Albani pintó la escena de la metamorfosis en óleo. Se halla en el museo del Louvre de París.
Garcilaso de la Vega en el soneto XIII relata el momento de la metamorfosis.


El mito se puede interpretar como un enfrentamiento entre la castidad y la lujuria. Dafne se ve obligada a sacrificar su cuerpo para escapar del continuo deseo de Apolo.

Apolo y Dafne. Bernini

Rostros de Dafne y Apolo
Dafne en plena metamorfosis



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