lunes, 8 de enero de 2018

Saturnales, Sol invencible, Navidad




SATURNO

  Saturno es una de las divinidades más antiguas de Roma. Allí llegó después de ser derrocado por su hijo Zeus  ser expulsado del Olimpo. En el mundo griego, de donde procedía, se llamaba Cronos. Allí fue un dios despiadado y con brutales ansias de poder, a su padre lo mutiló cortándole los testículos, posteriormente lo derrocó, a sus hermanos los encerró en el Tártaro y a sus propios hijos los devoraba  cuando nacían temiendo que uno de ellos, según le habían predicho sus padres, Urano y Gea, lo destronase. 

Ciertamente fue así, su esposa Rea, cuando preñada de su sexto vástago, estaba a punto de dar a luz, urdió un engaño: parió en un lugar oculto y así pudo salvar a su sexto hijo, de nombre Zeus. Cuando Zeus creció,  en lucha titánica venció  a su padre y lo expulsó del cielo. Fue entonces cuando vino a parar a Italia, donde se hizo un dios amable y benévolo. Fue llamado Saturno.




Fue muy bien acogido por los habitantes del Lacio, habitó en el monte Capitolio y les enseñó a los aborígenes, así se llamaban los primeros habitantes, el arte de la agricultura. Por este motivo, Saturno es un dios muy vinculado a la tierra y al pueblo.

El reinado de Saturno fue tan próspero que se convirtió en una época idealizada, denominada “La Edad de Oro”. La podemos comparar con La Arcadia Feliz del mundo griego o con El Paraíso de las Sagradas Escrituras. En aquellos idílicos tiempos convivían dioses y hombres, no había guerras ni litigios, reinaba la paz por doquier, no existía la esclavitud, sino igualdad y justicia. No era necesario trabajar para ganarse el sustento. 

SATURNALIA

Los días consagrados a celebrar la gloria de este dios se llamaban “Saturnalia” , comenzaban el 17  de diciembre y se prolongaban hasta el 23. Festejaban el fin de la siembra y conmemoraban la Edad Dorada, por tanto intentaban imitar esta época: se suspendían las actividades comerciales, se cerraban las escuelas y el Senado no ejercía.



 Era una fiesta muy arraigada y muy celebrada, especialmente por los esclavos pues aparentaban que desaparecían las diferencias sociales y realizaban una especie de juego de intercambio de roles, la moral se relajaba y el orden social se invertía. Al esclavo se le permitía gozar de los privilegios de los amos, se ponían sus ropas, se emborrachaban y se les permitía incluso lanzar improperios e insultos a los amos.
Recibían una paga extra y una ración doble de vino. Los juegos de azar que estaban prohibidos en Roma, en esta época del año se permitían.
En los hogares se hacían regalos como figuritas de barro, piezas de cristal y de cerámica, a los niños, canicas, tablas para escribir, sellos…
Las casas se adornaban con guirnaldas y plantas verdes.
La fiesta comenzaba con un sacrificio al dios Saturno en el templo del Capitolio, a continuación se ofrecía un ágape a la ciudad y se gritaba esta expresión de júbilo “¡IO SATURNALIA!
Las fiestas terminaban con el solsticio de invierno, el 23 de diciembre.

DEUS SOL INVICTUS

A finales del siglo I d. C. irrumpió en Roma con gran fuerza un nuevo culto, traído por las legiones desde el imperio persa, el culto al “Sol invictus”, relacionado con el dios Mitra.
Se celebra el renacimiento del sol, la luz del sol vence a las tinieblas del equinoccio: los días comienzan a ser un poco más largos y las noches más cortas. Este culto se encontró con el favor del emperador Aureliano quien en el año 274 d.  C. consolidó esta creencia y convirtió a esta divinidad en dios fundamental en el panteón romano.
Muchos emperadores acuñaron monedas oficiales con el Sol invictus.
Es una transición del politeísmo al monoteísmo, pues por estas mismas fechas ya se hablaba del nacimiento de un niño divino anunciado por el nacimiento del año solar. Esta creencia poco a poco se va difundiendo y el pueblo comienza a rendir culto a esta deidad novedosa y diferente a las demás: se llama Cristo, dicen que es hijo de Dios y que murió para salvar a los hombres. A sus seguidores se les llamaba cristianos.
NAVIDAD

El emperador Constantino I (272-337 d. C.) se convirtió al cristianismo por una visión que tuvo, pero sin dejar de rendir culto a los dioses paganos de Roma. Él era un gran devoto del “Deus Sol Invictus”, al que dedicaron un día de la semana, el domingo (en inglés,  Sun-day, día del Sol).
Constantino legalizó el Cristianismo  declaró que se celebrara el 25 de diciembre, el día del Sol invencible y también el día del nacimiento de Cristo. De este modo el calendario romano no se alteraba.
El primer texto conocido que relaciona esta fiesta pagana del nacimiento del sol con el nacimiento de Cristo pertenece a San Cipriano de Cartago (De pasch. Comp. XIX): “O quam praeclare providentia ut illo die quo natus est Sol nasceretur Christus”
Oh de qué modo admirable actuó la providencia, que el día en el que nació el Sol Cristo debería nacer.
Y en el calendario de un calígrafo del Papa Dámaso (336 d. C.) donde se recogen muchas fiestas paganas, entre ellas las “Saturnalia”, hay una indicación: “ Octavo die ante Kalendas Ianuarii natus est Christus in Betleem Iudae”.
Poco a poco las fiestas paganas de Las Saturnales y del Sol invencible fueron adaptándose al cristianismo. El Papa  Julio I en el año 350 la reconoció oficialmente.

Io Saturnalia!   Ave Sol invictus!    ¡Feliz Navidad!



1 comentario:

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