martes, 21 de junio de 2016

Los Comicios









En el año 509 a.C. con la expulsión del último rey, Tarquinio el Soberbio, desapareció el sistema monárquico y se instauró la República, y el gobierno de Roma comenzó a describirse con la sigla SPQR (Senatus Populusque Romanus), pues el Senado y los Comicios son los que asumen la dirección efectiva del Estado Romano, quedando el poder monárquico dividido entre dos cónsules, elegidos por un año. Se tomaron numerosas precauciones para evitar la restauración de un poder personal: los Comicios eligen cada año a los Magistrados, los Cónsules, los más altos magistrados, gobiernan durante un año bajo la tutela del Senado.
El Senado estaba formado por las familias más poderosas, eran ancianos y su nombramiento era vitalicio
Los Magistrados son los que se reparten las tareas del gobierno; para llegar al más alto grado había que realizar el “cursum honorum”, desde el cargo inferior: tribuno de la plebe-edil curul- cuestor-censor-pretor.
Los Comicios son las asambleas populares que representan al pueblo e incluyen a todos los ciudadanos. Es la soberanía directa del pueblo, aunque con preponderancia de los patricios.
Hay tres clases de comicios: curiales, tribales y centuriales.
Los comicios se celebran en días hábiles, llamados “fasti”, venían marcados con una C en el calendario. Los días fastos estaban dedicados a las actividades de carácter jurídico, legislativo, comicios, negocios públicos.
Los días nefastos eran los días consagrados a los dioses y solo se permitía la actividad religiosa, por lo que muchos ciudadanos los consideraban inútiles pues no se podía avanzar en tareas urgentes, de ahí que tomara el significado peyorativo como algo malo.
Se celebraban en el Campo de Marte, por su primitivo carácter militar (allí acampaban los ejércitos antes de entrar victoriosos a la ciudad)
Antes de iniciar la asamblea se celebraban los augurios. Un presagio fatal prorrogaba la asamblea “alio die”, esto era a veces manipulado por algunos patricios para descartar propuestas peligrosas y dar más tiempo.
Los Comicios electorales se celebraban anualmente pues había cargos anuales; y eran los comicios más sencillos.
Los que aspiraban a una magistratura realizaban una campaña electoral, que comenzaba haciendo una declaración pública en el foro, se inscribían en las listas de candidatos y disponían de 27 días para realizar dicha campaña.
Los candidatos vestían una toga blanca (“candida”), de ahí “candidatus”, vestido de blanco, pues simbolizaba la honradez.
Los candidatos debían poseer una gran fortuna pues debían costear su propia campaña, y el desempeño de su cargo, pues el cargo era un servicio a la República (asunto público).
A menudo costeaban la construcción y reparación de infraestructuras públicas y también era habitual que pagaran espectáculos o que subvencionaran a gente con necesidades económicas.
La campaña electoral se llamaba “ambitus”, del verbo “ambio” que significa “rondar a alguien pidiendo algo”. “Ambitus” derivó con matiz despectivo en “ambición” pues muchas veces la campaña se tiñó de corrupción.
Las elecciones en un principio eran orales, pero luego pasaron a ser escritas y secretas. Los ciudadanos, situados por grupos, desfilan a votar de uno en uno, sobre una especie de puente “pons suffragiorum”, delante de la urna.

La papeleta de voto es una tablilla de madera que lleva las letras VR(uti rogas=sí), y A(antiquo=No)